Siempre desde el inicio una de mis mayores preocupaciones era saber si estaba haciendo lo correcto, si estaría en las mejores manos, si podríamos buscar segunda opiniones, tratamientos experimentales…

Era preocupación por un lado a nivel más profesional, y por otro y quizá más delicada, era cómo hacerle sentir que estaba acompañado, cuidado, mimado….

Cuando te enfrentas a una situación así, las preocupaciones no son sólo hacia el enfermo, en mi caso, estaba mi madre, y mis hermanos.

Sólo tuvimos oportunidad de tratar contigo dos veces antes del desenlace.

Creo que esa PAZ propició la partida de mi padre.

Contigo hablamos, reímos y lloramos.

Uno de los retos específicos más importantes, es aprender a vivir cuidándome YO, y hacer cosas honrando a mi padre.

Ahora soy capaz de recordar a mi padre de forma serena, y recordar todos los buenos momentos vividos.

Los no tan buenos están olvidados y lo más importante perdonados.

Se le echa muchísimo de menos, sobre todo en las celebraciones, las fiestas… y eso significa y nos recuerda sus ganas de celebrar, y de disfrutar de la vida.”